La Mala Hora

 

 OPINIÓN

A mala hora empresarios y gremios de Medellín le han organizado un homenaje de apoyo y reconocimiento al presidente Iván Duque el próximo 20 de febrero.

Las cintas y guirnaldas están siendo sacudidas por la tormenta Aida, que está dejando títere sin cabeza, incluida la del presidente.

Las denuncias de Aida son bastante graves y ponen a temblar el establecimiento, así el gobierno intente por todos los medios posibles y activando toda la artillería de sus bodegas, desmentir y deslegitimar a una sus más destacadas representantes de la corrupción electoral.

Y la actitud del gobierno es vergonzante, comenzando por el mismísimo presidente que guarda un insolente, por no decir cómplice silencio.

Pero tanta cortina de humo por parte del régimen, no será suficiente para destapar esa olla podrida en que han convertido a Colombia sus dirigentes.

Y si este homenaje del empresariado antioqueño es un pago por el favor recibido a través de la Ley de Financiamiento que rebajó sus impuestos, viene a mala hora por las escandalosas circunstancias políticas y sociales que este gobierno parece desconocer.

Tenemos un presidente mudo que no se pronuncia frente a las terribles denuncias del huracán Aida y de torpezas como la Zapateiro, comandante del ejército colombiano, ante la muerte de uno de los peores asesinos de Colombia al afirmar que, «lamentamos mucho la partida de Popeye…”

No hay semana en que algún ministro o dirigente gubernamental no meta las patas comenzando por la vicepresidenta Marta Lucía, que afirmó en su última salida en púbico que “en el país ya hay muchas sicólogas y sociólogas…”

Pero Duque calla y por aberrante, o peligrosa que sea la afirmación de sus colaboradores, se hace el que no es con él.

Y como para ponerle la fresa al postre, nombra después de un año, un fiscal general de la Nación de bolsillo, que también enmudece frente a los graves casos de corrupción, narcotráfico y genocidio que vive a diario la patria.

Curiosa forma de gobernar pero que tal vez sume puntos para un homenaje de parte del empresariado paisa.

Al final terminarán convirtiendo al huracán Aida en un simple ventarrón que levantó un poco de polvo que aquí en Antioquia, se lo quitan de los hombros al señor presidente con unas palmaditas zalameras y con un gracias por el favor recibido.

 En La mala hora , Gabriel García Márquez construye un inolvidable apólogo sobre la violencia colectiva. Al pueblo ha llegado «la mala hora»   de los campesinos, la hora de la desgracia. La comarca ha sido «pacificada» después de una guerra civil. Han ganado los conservadores, que   se dedican a perseguir cruel y pertinazmente a sus adversarios liberales. 

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